La Semana Santa es la expresión más genuina del cristianismo andaluz. Ésta abarca diferentes versiones, desde una visión meramente cultural a la heterodoxia religiosa, según el lugar donde se festeje.
Especial mención merece la Semana Santa de Sevilla, con sus procesiones a cargo de hermandades en las que reina el silencio. Es conocida mundialmente, siendo uno de los festejos religiosos más importantes. Sus orígenes datan del siglo XVI cuando se consolidan las hermandades de pasión o penitencia como asociaciones que veneran la pasión y muerte de Cristo y le rinden culto con una salida procesional.
Después del recogimiento espiritual llega la diversión con las conocidas ferias andaluzas. Los recintos feriales, poblados de casetas y recorridos por los bellísimos caballos andaluces y sus jinetes y amazonas (vestidos de la forma tradicional), se convierten en centro neurálgico de día y de noche para disfrutar del cante flamenco, el baile, la gastronomía y el fino. Los inicios de estos festejos fueron reuniones para comerciar con ganado, pero más tarde irían adquiriendo tradiciones religiosas.

A finales del siglo XVI comenzó una tradición en la que fieles de todas partes de España hacen una procesión para venerar a la Virgen del Rocío. Se recorre en romería, a pie, a caballo, en carretas o carros engalanados, un camino, el cual pasa en parte por el parque de Doñana.