miércoles, 19 de enero de 2011

Celebraciones en Andalusía y el Reino de Granada

Muchos de los festejos que actualmente se realizan en Andalucía tienen su origen en el siglo XVI. Las fiestas en son tanto paganas como religiosas, teniendo éstas últimas una larga tradición, y gozando de un gran fervor popular. 

La Semana Santa es la expresión más genuina  del cristianismo andaluz. Ésta abarca diferentes versiones, desde una visión meramente cultural a la heterodoxia religiosa, según el lugar donde se festeje.
Especial mención merece la Semana Santa de Sevilla, con sus procesiones a cargo de hermandades en las que reina el silencio. Es conocida mundialmente, siendo uno de los festejos religiosos más importantes. Sus orígenes datan del siglo XVI cuando se consolidan las hermandades de pasión o penitencia como asociaciones que veneran la pasión y muerte de Cristo y le rinden culto con una salida procesional.





Después del recogimiento espiritual llega la diversión con las conocidas ferias andaluzas. Los recintos feriales, poblados de casetas y recorridos por los bellísimos caballos andaluces y sus jinetes y amazonas (vestidos de la forma tradicional), se convierten en centro neurálgico de día y de noche para disfrutar del cante flamenco, el baile, la gastronomía y el fino. Los inicios de estos festejos fueron reuniones para comerciar con ganado, pero más tarde irían adquiriendo tradiciones religiosas.

Para finalizar cabe señalar las ferias andaluzas cuyos orígenes datan del siglo XVI; el Corpus Christi de Granada, la Feria de Nuestra Señora de la Salud en Córdoba y la Feria de Agosto en Córdoba.Un festejo religioso de gran calado popular es la Romería de El Rocío. 
A finales del siglo XVI comenzó una tradición en la que fieles de todas partes de España hacen una procesión para venerar a la Virgen del Rocío. Se recorre en romería, a pie, a caballo, en carretas o carros engalanados, un camino, el cual pasa en parte por el parque de Doñana.




Celebraciones en Castilla

Castilla posee una tierra rica en tradiciones y celebraciones populares. Algunos de ellos tienen su origen en la tradición religiosa y otras son de origen histórico. 

La fiesta más concocida de Toledo  es la del Corpus Cristi. Tenía su mayor auge y marcó las pautas de celebración en los reinados de Carlos I y Felipe II. Toda la ciudad empezaba a preparar la fiesta ya un mes antes, colacando los adornos y los “toldos” e instalando unos arcos de triunfo de verdes ramas.

Destaca también la Semana Santa de Cuenca y la Tamborada de Hellín. El origen de la última se remonta al siglo XV, cuando el clero cambió su forma de apostolado y la religión transformó la Semana Santa. 
Los disciplinantes iban por las calles flagelándose o haciendo mortificaciones como pisar garbanzos, arrastrar cadenas, etc. 
El Santo tenía la costumbre de encabezar sus procesiones con dos tamborileros que anunciaban el paso de los penitentes para que el público no molestara. Aquí se inició la costumbre del toque de tambor entre los hellineros.

La fiesta más típica de Madrid es la de San Isidro, que se celebra a mediados del mes de mayo en honor a San Isidro Labrador. San Isidro nació en Madrid, probablemente el  4 de abril de 1082. Según era mencionado en su época poseía el don de encontrar fácil agua. Por eso exhumieron su cuerpo en 1212 y lo introdujeron en un sepulcro de la Iglesia de San Andrés. A veces fue sacado su cuerpo de procesión con el objeto de invocar lluvias. En 1520 Juan de vargas solicitó permiso del Papa para construir una capilla dedicada al santo y para colocar sus restos allí y se fijó la fecha de celebración.

Otras fiestas importantes para Madrid que ya se celebraban en el siglo XVI son las fiestas de Nuestra Señora del Carmen y la de la Virgen de la Almudena. Ambas presentan un carácter menos lúdico y se articulan preferentemente alrededor de actos religiosos.




Tamborrada de Hellin

Celebraciones en la zona mediterránea

En este sector hemos situado Aragón, Catalonia, Valencia, Murcia, Majorca y.
En esta zona las fiestas son comunes, variando tan solo la celebración, y a veces incluso ni eso. Destacan entre todas ellas la celebración de "Moros y Cristianos" y "Las hogueras de San Juan".

Esta fiesta tiene un origen y una base profundamente religiosos, que se ha ido formando por componentes lúdicos, teatrales y representaciones de la historia ibérica.
Con el paso de los siglos las poblaciones que celebraban Moros y Cristianos fueron enriqueciendo y moldeando esta representación histórica adaptándola a hechos históricos locales o a otros hechos históricos como las campañas contra los piratas turcos o berberiscos en los S.XV, S.XVI, S.XVII.

Los participantes se dividen en dos bandos, Moros y cristianos, vestidos de  la época medieval, dejando también ornamento para la fantasía.
La música siempre ha acompañado a las Fiestas de moros y Cristianos desde sus inicios. Es documentada en Alcoy la utilización de tamboriles y atabales, pífanos, dulzainas o castañuelas en los siglos XVI-XVII.

La noche de san Juan (el bautista) es una festividad muy antigua en la que se celebra la llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte, y cuyo rito principal consiste en encender una hoguera. Comienza a celebrarse a finales del siglo XV principios del XVI, dependiendo de la zona, y su finalidad era “dar más fuerza al sol”, que a partir de esos días iba haciéndose más débil. Simbólicamente el fuego tiene una función purificadora en las personas que lo contemplaban, y este elemento se cristianizó con la evocación de San Juan Bautista.

Esta noche está ligada a su vez con antiquísimas tradiciones y leyendas españolas, como por ejemplo la Leyenda de la Encantada. Este es un nombre genérico que hace referencia a un conjunto de tradiciones orales y leyendas mitológicas narradas en numerosas localidades españolas. 

Incluimos en estas celebraciones la realizada en Yecla, Murcia, en honor a San Blas, y que se realiza desde mediados del S.XVI en el primer fin de semana de febrero, encendiendo una hoguera frente a la hornacina del santo y una procesión de miles de personas que portan “panes benditos” (la tradición manda que antes de comerse el pan se rece un Padre Nuestro para evitar males de garganta).

Cabe nombrar, por último, La Puebla, en Palma de Mallorca, y la festividad a su patrón, San Sebastián, que se celebra el 17 de Enero desde el siglo XV. Es una de las más importantes de la isla por su “revetlla” o velada el día de antes.



Celebraciones en el norte de la Península

En esta franja geográfica encontramos Galicia, Asturias, Biscaia, Navarra y el Reino de León.

Aunque se aprovechaba las fiestas en el siglo XVI con cierto control político sobre la población, a partir del siglo XVI existe cierta participación del pueblo y las fiestas tienen cierta función de integración. Casi todas la fiestas tienen un fondo religioso y en el norte de España son en la mayoría de las veces romerías, rogativas, letanías y procesiones a ermitas y santuarios. Entonces casi todos los rituales festivos profundizan en el ámbito de los sagrados, sin significado profano, y siempre relacionados con el interés político.

En su origen en la Edad Media los Sanfermines tenía tres celebraciones; era una fiesta en honor a San Fermín con actos religiosos desde antes del siglo XII, desde el siglo XIV era una feria comercial y desde el mismo siglo se celebraba la corrida de los toros.

En el país vasco hay varios sitios donde se celebra la Semana Santa de una manera especial, como por ejemplo la Semana Santa en Balmaseda, cerca de Bilbao, conocida por su representación de la Pasión y Muerte de Jesucristo con enormes decoraciones en las viviendas, en las calles y en las plazas, haciendolo de una manera muy real. Algunos estudiosos dicen que esa fiesta tiene su origen en el siglo XVI.
También conocida es la Semana Santa bilbaína con 26 pasos de calle que reúnen 73 imágenes de los más prestigiosos imagineros desde el siglo XVI.

Una de las fiestas más importantes en el Norte de España es el Carneval de Avilés que dura más o menos una semana. Hay varias actividades, actuaciones y concursos; por ejemplo actuaciones de orquestas y grupos.

Cabe destacar, por último, la fiesta del corpus de Betanzos, en el que la procesión debía de estar ya completamente desarrollada como se deduce de las referencias en las Ordenanzas del gremio de zapateros de 1596 que mencionan en pasado al “camello” y los juegos y representaciones que los visitadores posteriores califican de “antiguallas”. 

En el siglo XVI se hizo una nueva custodia procesional, la que hoy se conserva en la iglesia de Santiago, y varios documentos se refieren a la cofradía de Corpus Christi “Minerva” y las danzas gremiales. Por último, un documento de 1601 afirma que la ordenación de la procesión había permanecido inalterable «dende tienpo inmemorial a esta parte», por lo que podemos pensar que las descripciones de los visitadores reflejan una situación existente desde finales del siglo XV.



Introduccion a las fiestas en el siglo XVI

En el siglo XVI nos encontramos con pueblos cuyas creencias son inseparable s de la vida cotidiana. Las fiestas se asociaban a fenómenos religiosos que proporcionaba a los individuos el sentimiento de acercarse a dios y a sus antepasados.

La participación en ellas implicaba muchas veces el conocimiento de un mito que se encontraba reproducido en ella. Las fiestas son casi siempre colectivas y proporcionaban al grupo interesado ocasión para afirmar su cohesión.


La fiesta se celebra en un lugar público y puede dudar varios días y acompañarse de manifestaciones diversas: generalmente se consume una gran cantidad de alimentos. Se asiste, incluso, muchas veces a verdaderas dilapidaciones de bienes, con el deseo implícito de hacer ostentación de la riqueza. El honor de los protagonistas se halla a menudo en juego y depende del valor de los objetos ofrecidos. Durante los años de mala cosecha las fiestas disminuyen considerablemente